La Convención sobre los Derechos del Niño estableció al fútbol
Como un lenguaje
universal donde
niños y adolescentes participan, más allá de su idioma, lugar de origen o
religión a la que pertenecieran.
En varios lugares, como
Sudamérica o Europa, el fútbol se practica no sólo como un juego, sino que es
una forma de vida. Cada vez son más son los niños que se anotan en escuelas de
fútbol con el sueño de transformarse en una gran figura del “deporte rey”.
Beneficios
del fútbol en la infancia
A partir de los 5
años los niños
comienzan a desarrollar habilidades como el movimiento y la coordinación,
ideales para el entrenamiento.
Es un deporte que aporta grandes
beneficios: incremento de la potencia muscular en la piernas,
mejora de la capacidad cardiovascular, aumento en la velocidad de reacción y la
coordinación motora, mejora de la oxigenación de la sangre, aumento en la
potencia de salto, incremento en los niveles de testosterona y mejora de la
visión periférica.
A su vez, el fútbol inculca el
trabajo en equipo, ayuda en la sociabilidad de los pequeños, en el aprendizaje de
la generosidad y el compañerismo. Algunos especialistas afirman que es una
buena herramienta para alejar a los adolescentes de las adicciones y la
violencia.
Las
escuelas de fútbol nagua rodríguez acosta
Compuestas por entrenadores,
médicos y fisioterapeutas capacitados para enseñar las técnicas
necesarias para
que los niños sean futuros jugadores profesionales.
Las mismas están divididas en
grupos a partir de la edad y a medida que van mejorando, se los coloca en
grupos de mejor nivel para un entrenamiento de mayor dedicación.
Las actividades suelen estar
compuestas por ejercicios de velocidad y resistencia de una manera entretenida
para los pequeños. Aprenden habilidades para robar el balón al oponente, pero
también el valor del juego en equipo, mejorando y desarrollando su
psicomotricidad.
Hoy en día, las escuelas de
fútbol están abiertas tanto para niños como para niñas, incluyendo a aquellos
con alguna discapacidad o inconvenientes físicos como puede ser el asma,
síndrome de Down, sordera o hiperactividad.
Se reconoce dicha actividad
como un instrumento educativo valioso que puede ayudar a los pequeños a
superar ciertas frustraciones o traumas.